Amor...

Piensa en alguien cuyo amor desees. ¿Quieres ser alguien especial para esa persona y significar algo importante en su vida?, ¿Quieres que esa persona te ame y se preocupe por ti de una manera especial? Si es así, abre tus ojos y comprueba que estas cometiendo la necedad de invitar a otros a limitar tu libertad. Es como si la otra persona te dijera: "Si quieres ser alguien especial para mí, debes aceptar mis condiciones, porque en el momento en que dejes de responder a mis expectativas, dejaras de serlo" ¿Merece la pena pagar tanto por tan poco?

Imagina que a esa persona, cuyo especial amor ideal, le dices: "Déjame ser yo mismo". Pretender ser especial para alguien significa, fundamentalmente, someterse a la obligación de hacerse grato a esa persona y, consiguientemente, perder la libertad.

Tal vez prefiero mi libertad antes que tu amor. Si tuvieses que escoger entre tener compañía en la cárcel o andar libremente por el mundo en soledad, ¿qué escogerías?

Dile ahora a esa persona: "Te dejo que seas tu mismo, tener tus propios pensamientos, satisfacer tus propios gustos,...". En el momento en que digas esto, observaras una de estas dos cosas: o bien tu corazón se resistirá a pronunciar estas palabras, o bien, pronunciará dichas palabras de corazón sinceramente, y en ese mismo instante se esfumará todo tipo de control y explotación y posesividad.

"Te dejo que seas tú mismo ". Y observaras también algo más: que la otra persona deja automáticamente de ser algo especial e importante para ti, pasando a ser importante del mismo modo que una puesta de sol y una sinfonía son hermosas en sí mismas, del mismo modo en que un árbol es algo especial en sí mismo y no por sus frutos o la sombra que pueda dar.

"Te dejo que seas tú mismo". Al decir estas palabras te has liberado a ti mismo. Ahora ya estas en condiciones de amar. El amor sólo puede existir en libertad. El verdadero amante busca el bien de la persona amada, lo cuál requiera especialmente la liberación de ésta.

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