... y soñé contigo

Ahora hará tres noches soñé que el cielo estaba plagado de nubes pequeñas.
Indiferentemente de sí el sol aparecía o no, las nubes permanecían ahí, quietas, como esperando alguna señal. Eran las nubes de la felicidad, y como no, habían de estar ubicadas en el cielo.
Anteanoche soñé contigo.
Soñé que el corazón te daba un timbreteo y que mandaba una señal a tus piernas para hacerte saltar.
Todo ello sin tu consentimiento, era el corazón el que mandaba sobre tu cuerpo.
Diste aquel salto y te subió tan alto que llegaste a ver aquellas nubes.
Tú ya sabías que tipo de nubes eran y que si montabas a una la felicidad invadiría tu alma, y de repente te entró el miedo. ¿Miedo a qué?, tú sabías que la caída de una nube de la felicidad, no provoca la muerte.
Sabías que si un día la nube te abandona, ésta iría otra vez a su lugar de partida y que tú, único elemento indispensable, podrías volver a alcanzarla en otro momento.
Así, era deseo, que no miedo, aquel sentimiento que te embargaba.
Deseaste y te fue concedido, y en el siguiente salto lograste alcanzar una de esas nubes tan codiciadas por todos.
Soñé que viajabas en ella a la velocidad de la luz, pues luz eras.
Soñé que el viento, lejos de tirarte de la nube, te envolvía y te regalaba caricias.
Soñé que estabas sola volando por el cielo, y sin embargo te sentías entre olor de multitudes.
Soñé que tus ojos no veían, tus manos no palpaban, y que el resto de tus sentidos no los controlabas.
Soñé que tu corazón aumentaba sus pulsos y a su vez se mantenía sereno y relajado.
SOÑÉ QUE ERAS FELIZ.Anoche,
soñé que mis sueños se convertían en realidad...

Comentarios

Entradas populares