La Navidad es...


La Navidad es sinónimo de locura, fiesta y alegría.
Por eso es normal que tiremos la casa por la ventana y nos regalemos cosas carísimas, en la mayoría de los casos, inútiles; enviemos felicitaciones a cualquier hijo de vecino y brindemos con una gran cena.

A mí me parece todo ello muy sano. Sí, sí, cuando uno está alegre y contento; cuando se tiene algo que celebrar, la generosidad no cuesta y la cordura se convierte en no medir los excesos que se comparten.

Lo triste es cuando echamos unas risas, nos abrazamos, entregamos los regalos a los familiares y brindamos por... Repito, brindamos por...Vamos, a la tercera, brindamos por: ¿la fraternidad? ¿la paz en el mundo? ¿la lucha contra el sida? .

Acaso, ¿qué demonios celebramos por Navidad si no es la venida de Jesús al mundo?
Hace 2003 años Jesús nació en un humilde establo para quedarse ya para siempre con todos nosotros; para sanar nuestras heridas y pecados, para ofrecernos verdaderas razones para vivir, así como enseñarnos el camino que nos hace felices.

Eso es lo que celebramos los cristianos por Navidad.
Por eso tiramos la casa por la ventana, nos regalamos cosas inútiles, brindamos e ingerimos una gran cena: porque estamos contentos de que hace miles de años naciera Jesús, al que se le llama el Salvador; porque ha venido a salvarnos.

A salvarnos a todos y cada uno de nosotros, a usted y a mí, a salvarnos de nuestras tristezas y decepciones, de nuestras impotencias e infelicidad.

A salvarnos de nuestros pecados acogiéndonos con los brazos abiertos.
Jesús ha venido a estar cerca de cada uno de nosotros a pesar del poco caso que le hacemos.
Y es que Dios nos ama aunque nosotros no le amemos.

Eso es lo que celebramos por Navidad.

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